Me ha resultado interesante reflexionar, a través de los textos,
sobre la actividad científica,
ya que en muchas ocasiones la propia dinámica
del quehacer investigador, con su inercia metodológica,
impide un cuestionamiento riguroso y crítico.
En este sentido quiero compartir alguna de estas reflexiones, surgidas al hilo
de las lecturas propuestas.
Todos estaremos de
acuerdo en subrayar la importancia crucial que tiene para nosotros la revisión bibliográfica, como apunta Pérez Monforte:"
El investigador debe conocer el trabajo previo hecho en el campo por otros
investigadores." También
parece evidente, aunque más
difícil de
precisar, el papel de las múltiples
variables que el autor reseña.
De entre ellas quiero destacar la imaginación,
entendida como "la capacidad que tenemos de crear representaciones y ver
nuevas relaciones entre ideas o cosas no presentes o no existentes
previamente". Es esta perspectiva la que me interesa resaltar porque con
frecuencia los investigadores se adscriben (nos adscribimos) a un paradigma
que, si bien nos entrega un marco conceptual, teórico
o metodológico
para interpretar la realidad objeto de estudio, por esta misma razón, y en tanto que
responden a concepciones del hombre, de la naturaleza y del mundo asociadas a
un determinado imaginario social, nos condicionan (nos obstaculizan) la adopción de una mirada más creativa,
liberada (hasta donde sea posible) de prejuicios y representaciones apriorísticas. Por eso
creo que es un buen ejercicio intentar
abandonar, aunque sea provisionalmente, el marco teórico del paradigma, con el fin de
"aprender a ver en la oscuridad".
A principios de 2006 los
periódicos
difundieron una noticia más
bien discreta: en Brujas, alguien había
alertado a la policía
de que un vecino podía
hallarse en una situación
delicada, dado que, aun conociéndose
que la persona había
entrado y salido con cierta regularidad, ésta
sin embargo, llevaba muchos días
a oscuras. A plena luz del sol las persianas continuaban bajadas. De noche,
ninguna luz podía
entreverse en el interior de la vivienda. El aviso solidario tuvo un final
imprevisto: el vecino en cuestión
no sólo era
encontrado en su domicilio, en perfecto estado, sino que, a la vez, era
detenido y encarcelado. El hombre oscuro era un importante caco buscado sin éxito desde hacía tiempo por la
ejecución de
sucesivos atracos y robos, todos ellos realizados a oscuras. Las horas en el
espacio incierto de su casa, a tientas, constituían
su mejor y diario entrenamiento.
El episodio del
sorprendido ladrón
belga me pone en la pista de lo que hoy puede suponer adentrarnos en el
aprendizaje de la investigación
científica, y
quizás tambien
de lo científico
en sentido amplio.
En realidad, los
paradigmas son también
sutiles mecanismos de ocultación
(entre otras cosas, de los hechos que constituyen una anomalía y de los datos
que se consideran irrelevantes).
Con respecto a la
controvertida disputa en torno al progreso, creo que si entendemos este como
"la evolución
predeterminada hacia algo mejor y más
verdadero" efectivamente nada autoriza a asegurar que el paradigma de la
mecánica
moderna sea mejor que el de la física
medieval. Es decir, no existe un parámetro
universal e inamovible que nos permita juzgar que una teoría, por el sólo hecho de imponerse
y desbancar a otra, sea mejor o más
verdadera. Los paradigmas, en este sentido, son inconmensurables (Kuhn).
Simplemente, son distintas versiones del mundo. Reparemos, por un momento, en
el ejemplo del agua: para nosotros es un compuesto formado por la combinación de dos volúmenes de hidrógeno y uno de oxígeno. Sin embargo,
para muchos pueblos arcaicos (es casi un universal antropológico) el agua es
una divinidad.
¿Hay progreso realmente entre estas dos
concepciones? Cambia la forma de enunciar y ver el agua. Con otras palabras, se
está comprendiendo
desde dos nociones de verdad distintas, una de carácter científico y otra de carácter mágico-religioso.
Tener una información
detallada de la composición
química del
agua nos ayuda a mejorar nuestras predicciones y a manipularla con éxito, pero no
implica necesariamente comprenderla mejor.
Neruda solía decir que deberíamos enviar a un
poeta para describir el espacio (y no a un astronauta), ya que de esta forma lo
entenderíamos
mejor.