El artículo
de Ángel Pestaña ("El sistema
español de
Ciencia y Técnica")
trata de establecer, desde un punto de vista cualitativo, la capacidad de
nuestro país
para la conversión
de los recursos en conocimiento científico
y técnico.
Llama la atención
(y creo que es una situación
aún vigente
hoy en día,
aunque quizás
más matizada)
que así como
la producción
científica
española
(publicaciones) se sitúa
en un nivel igual o ligeramente superior a la media de la Unión Europea, por lo
que a la productividad técnica
se refiere el valor español
de ese parámetro
es tres veces inferior a la media. Describe de este modo el autor un estado de
la cuestión
caracterizado por tres ejes fundamentales: un mayor predominio de la I en el
binomio I+D, desequilibrios regionales importantes y la necesidad de articular
el SCT asociado directamente al desarrollo de la I+D empresarial. Parece
evidente que en estos tiempos de crisis, es decir, en un escenario de escasez
de recursos, esta I+D empresarial, vinculada a su vez estrechamente a políticas de fomento de
industrias y servicios de contenido técnico,
se haya resentido de manera especial.
Me ha resultado muy
interesante la presentación
de los esquemas teóricos
dominantes en I+D llevada a cabo por Carlos Ignacio Angulo Martín ("Ciencia,
tecnología y
sociedad"). El tránsito
desde el modelo lineal del cambio tecnológico
hasta el modelo de integración
de la ciencia, la tecnología
y la sociedad (con la incorporación
del entramado social) enfatiza el interés
acerca de cómo
interactúa tanto
la percepción
pública de la
ciencia como el impacto social que tienen los resultados científicos.
Estoy de acuerdo con López Cerezo y Luján en que la mayoría de los
indicadores relacionados con el bienestar social olvidan incorporar la filosofía sobre justicia
distributiva y, en consecuencia, se tornan utilitaristas.
Cuando traza el autor el
bosquejo de la evolución
científica en
España se hace
eco, al hablar de la realidad española
preconstitucional, de una situación
que parece generalizarse con facilidad a otros ámbitos
y a otras épocas.
Subraya que durante el franquismo había
buenos investigadores e inventores, pero que "esa investigación apenas disponía de una
infraestructura de apoyo ni de los medios necesarios para tener
continuidad". Resulta interesante comprobar cómo esta aseveración coincide, casi de
manera literal, con la realizada por el presidente de la Federación Española de Atletismo, a
propósito de
los discretos resultados en las últimas
olimpiadas: "Tenemos buenos atletas, con mucho talento, pero falta la
financiación pública y privada
necesaria para generar una infraestructura que los apoye y consiga generar
buenos resultados". Igualmente, en la pasada gala de los Goya, en
entrevista a RTVE se manifestaba Antonio Banderas en parecidos términos, reclamando
"infraestructura presupuestaria [sic] para apoyar el talento de directores
y actores españoles".
Quiero comentar ahora
alguno de los aspectos que más
me han llamado la atención
de la entrada que he elegido: "Percepción
social de la ciencia".
-
La variable de sexo-género sigue siendo relevante a la hora
de estudiar la percepción
social de la ciencia. La ciencia, al parecer, sigue siendo una actividad más vinculada a lo
masculino. Me llama la atención,
sin embargo, que la variable "clase social" apenas se muestre en la
noticia de la FECYT.
-
Cuando Arturo García
Arroyo expone en la Presentación
de "Percepción
social de la ciencia y la tecnología
en España"
los dilemas morales y políticos
que emergen en ocasiones de la investigación
científica y
sus resultados (desarrollo de la tecnología
de la información
vs. privacidad, por ejemplo) termina su descripción
apelando a una tecnocracia peligrosa, que sitúa
en el ámbito
de la propia ciencia y de la tecnología
la ÚNICA opción para superarlos:
"Dilemas que cuando aparecen como problemas SOLO la ciencia y la tecnología podrán resolver".
-
Más
peligroso aún
(y más
injustificable en nuestros días)
considero el primer párrafo
de la introducción
de Francisco Rubio al volumen "Percepción
social de la ciencia". Este párrafo
constituye, desde mi punto de vista, un alegato en favor de esa conciencia
elitista, visionaria y mesiánica
que padecen algunos investigadores y científicos
y que, en ocasiones (como es el caso) genera un discurso arrogante y soberbio,
que roza la falta de respeto. Resulta casi paradójico
que aparezca precisamente en una publicación
que intenta dar cuenta de la percepción
social de la ciencia. ¿Es
así como
algunos científicos
perciben la sociedad? Lo transcribo: " Cuando hablamos de cultura científica y técnica en un país como España, en el que una
mayoría se
dedica con entusiasmo a lo que podríamos
llamar "cultura de circo", podríamos
caer en un pesimismo sin limites. [...] Precisamente el crecimiento económico
de España en
las últimas décadas ha permitido que un mayor número
de personas disponga de un tiempo libre que bien podría dedicar a su culturización científica, en vez de seguir fomentando, con su participación, esa «cultura de circo» que antes mencionaba. De que así
lo haga depende, entre
otras cosas, de la dedicación
y el esfuerzo de personas que han comprendido esa necesidad, no sólo para sí mismos, sino para el bienestar
general de todos los
ciudadanos."
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